Intervención de Pierre BRUNO
Auteur: BRUNO Pierre
Intervención de Pierre BRUNO
SER DE FILIACIÓN, SER DE SÍNTOMA
- BRUNO:
Sólo una palabra sobre el título genérico de su seminario, si estoy bien informado es la rehabilitación del síntoma. Encuentro que es un título enteramente bienvenido. Pero simplemente, mi pregunta sería: ¿por qué rehabilitarlo? Posiblemente si yo hubiese tenido que opinar, habría dicho « aplicación del síntoma ». Pues de cierto modo, ¿por qué hablar de habilitación? Existe a veces en la comunidad de analistas –si es que es una comunidad, lo que no es absolutamente seguro–, una huella peyorativa o defectiva sobre esa palabra « síntoma » y en particular pienso en la tesis de una psicoanalista, que define el síntoma como lo que enmascara la inexistencia de la relación sexual, lo que me parece un total contrasentido, desde mi punto de vista, a propósito es finalmente lo que intentaré desarrollar, el síntoma es lo que marca [marque], no lo que enmascara [masque], sino lo que marca el hecho de que la relación sexual no existe. Si no hubiese síntoma, no tendríamos ninguna idea de esta inexistencia de la relación sexual.
Voy a ir por autopistas. No será pues un caminar pausado a veces, sino un caminar que se propague de ser posible, es decir que a partir de la cuestión del síntoma, en suma voy a intentar abrir en estrella cierto número de preguntas que me parecen fundamentales, por lo que concierne nuestra relación con el psicoanálisis, evidentemente muy diversa según unos u otros. Creo que hay que partir de la idea de una gran disparidad en la relación de unos y otros con el psicoanálisis.
Voy a partir de lo que considero como un axioma que me ha llegado y me sirve de brújula desde hace bastante tiempo, es: sólo el síntoma sabe. Me explico respecto a este axioma. No hay nada de original, sino posiblemente la formulación de que hay una antinomia entre el sujeto y el saber. Por cierto, es lo que notamos al observar simplemente que en el cuadrúpedo del discurso, Lacan distingue el término del sujeto del término del saber y que nada permite reunir esos dos términos. En relación con esta primera observación ¿qué hay de la verdad allí? Lo que se puede decir de modo bastante banal, es que ella no toda puede aprehenderse. Sin embargo, señalo de paso – de vez en cuando no logro privarme de un pequeño camino bucólico– que en los años 60 – 70 hubo un gran debate entre Lacan y algunos de sus alumnos, pues algunos de ellos consideraban que la novedad de su enseñanza era cierto tipo de disolución de la categoría de verdad. Y Lacan lo rectificó diciendo « Pero no, la verdad es verdaderamente lo que está en el corazón de la búsqueda de un psicoanálisis. » Simplemente, es la pregunta sobre la cual al final de su enseñanza aportará una respuesta con Las fórmulas de la sexuación, simplemente es una verdad que no toda puede ser aprehendida, es decir, que no hay ningún momento en el cual se pueda esperar, se pueda decirlo así, que la verdad del sujeto corresponda al saber. Dicho de otro modo, la cura tiene sin embargo como vector esta búsqueda de la verdad que no es jamás sino la verdad del sujeto. No es la verdad de « llueve en este momento afuera ». Es la verdad del sujeto. Y esta verdad, al término de las sesiones que se suceden, viene a la luz por fragmentos y no puede venir a la luz por fragmentos sino en lo que dice el analizante, que constituye finalmente hablando con propiedad el recorrido analítico. Y este conjunto de fragmentos de verdad que surgen a medida que las sesiones se suceden, terminan por componer un rompecabezas del cual se da cuenta el analizante al término de su análisis, que él no es más que la imagen de lo que ha buscado y hallado. Pero la pregunta que en ese momento se plantea de nuevo, es la que indiqué desde el inicio. Me atrevo a decir que es que una vez de cierto modo ese rompecabezas está completo, es decir, cuando no tenemos más piezas para poner allí, sin embargo, ¿se podría decir que esta imagen constituye el saber que al inicio había motivado la entrada en análisis? Con el famoso « conocerse a sí mismo », del cual aunque Lacan era un gran admirador de Sócrates– dice que rechazaba los candidatos a análisis que venían a verle diciéndole « quiero conocerme a mí mismo ». Les respondía: « hay un malentendido ». Entonces, hay pues una recomposición del pasado en el curso del análisis, pero es preciso considerar que lo que puede ser considerado como el fin de un análisis, es el hecho de tomar nota de que habiendo completado el rompecabezas, es decir que ninguna pieza nueva pueda ser añadida, más que de forma parasitaria, no obstante el original de ese pasado recompuesto está perdido para siempre. Al respecto hay una afirmación de Goethe muy fuerte, que es: « el pasado no existe ». Ayer en la tarde, yo hablaba del sueño, algunos de ustedes posiblemente estaban presentes y es la misma cosa con el sueño. Una vez que ustedes lo soñaron, el sueño se ha perdido. Ustedes intentarán reencontrarlo de una u otra forma mediante el relato, pero saben bien que lo que reencontrarán, no es el sueño. Es por completo otra cosa, al punto que ayer yo observaba que finalmente, haría falta cierta dosis de audacia o de descaro para pensar que el relato del sueño corresponde a algo que ha existido. Nadie puede dar evidencia de ello. Entonces, más allá, lo que se puede decir con relación a esta cuestión de « el pasado no existe », es decir que una vez recompuesto el pasado al término de un análisis, uno se percata de que el original está perdido. El original, es lo que ustedes han vivido. Lo han perdido. Cuando ese punto llega, pues bien Goethe dice –porque de cierto modo, tiene una posición bastante profana sobre la cuestión–, dice: « el pasado no existe ».
Pero, por el contrario, si tomamos a un filósofo como Platón, él le da al menos un lugar no despreciable al pasado. Platón pensaba que mediante su categoría de la reminiscencia, se podía reencontrar el original de ese pasado recompuesto. Incluso eso es algo a lo cual le dio un nombre, es lo que llama la Idea –en fin, en la traducción, claro– que de hecho en cierto modo es lo real para nosotros. Paradójicamente, el idealismo de Platón, es un realismo absoluto. Teniendo en mente que lo que hace que sea de todos modos una filosofía idealista, es que Platón piensa que a ese real, a saber la Idea, posiblemente se puede tener acceso. Entonces, no son cosas que lleguen así de la víspera. Son cosas que en la historia humana son casi, podemos decir, originarias.
Más allá de lo que acabo de decir, ¿qué hay allí? No se puede decir de esta verdad de la cual hablo, incluso si tenemos ese rompecabezas, no podemos considerar que es equivalente al saber. ¿Qué se puede decir de esta verdad que hemos logrado añadir de algún modo, si me atrevo a decirlo? La verdad es lo agregado, no el ‘profe’. ¿Es una media-verdad?
Evidentemente cuando planteo la pregunta de esta forma, uno piensa en la imagen de Lacan que es bastante formidable, medio pollo para definir el sujeto. Somos mitades de pollo. Pero, no estoy completamente satisfecho con ese término de « media-verdad » puesto que, de lo que falta a la verdad para ser plena no se puede decir nada. Y ciertamente no la parte que nos ha escapado, no es más que una mitad. Porque para decir « media », hay que definir lo que justamente nos escapa. Por tanto, pienso que no se puede decir una media-verdad. Y lo que también se puede comentar con relación a esta pregunta de la verdad, es que la verdad, contrariamente a lo que nuestro compatriota genial Descartes nos ha enseñado, no se puede decir que esta verdad sea una evidencia y por ese hecho, tampoco se puede decir que sea posible construir el saber sobre esta evidencia. Lacan ha comentado mucho esas cuestiones que no son filosóficas. Son cuestiones psicoanalíticas. Porque son cuestiones que permiten poner en confrontación lo que es de la ciencia y lo que es del psicoanálisis. Puesto que la idea de Descartes es que a partir de la evidencia, yo pienso o yo sueño, yo soy, yo dudo, etc., se podría construir lo que llamamos el saber científico. Pero, desde el momento que esta evidencia es un señuelo, se ve cómo a partir de ahí, en todo caso en lo que concierne al psicoanálisis, no se puede hilvanar el psicoanálisis sobre el señuelo de esta evidencia. Hablé un poco de eso ayer en la tarde, pero, me decía y lo recuerdo de forma un poco resumida: Supongamos un soñante que no se despierta jamás. Después de todo. Un soñante que no despierta jamás no puede hacer la diferencia entre el sueño y la realidad y por tanto no dispone, es lo que dije ayer, de la contradicción que permite a la evidencia fundarse sobre la existencia de lo que no es realidad es decir sobre la diferencia entre el sueño y la realidad. Entonces, si ella no es evidencia, ¿qué es a los ojos del psicoanálisis y especialmente a los ojos de Lacan? En una cita de Lacan cuando habla de Descartes, creo, él dice que la verdad es un vaciamiento. Es un vaciamiento, es decir que en suma, se podría decir que es lo que al hacer hueco en el saber –el cual no sabemos qué es– permitirá construir los límites de ese saber en torno a eso que hace agujero y de lo que permanecerá haciendo hueco. Es así como se puede pensar la cuestión de la verdad.
Con relación a esas cuestiones, creo que no he pronunciado aún, salvo en el título, la palabra
« síntoma », pero ustedes ven bien que está ahí, está presente, tras bastidores. Solo espera el momento para emerger. Es decir que justamente porque hay ese hueco que no se puede bordear, una vez que anotamos que había agujero, el síntoma surgirá como siendo lo que sabe, lo que hay en ese famoso hueco, pero sin que el sujeto pueda saberlo, sino por la interpretación del síntoma, sabiendo que la interpretación del síntoma no hará desaparecer el hueco. Dicho de otro modo, que hay una irreductibilidad del síntoma desde ese punto de vista, que está ligado a esta estructura misma que traté de poner en evidencia al principio. Por cierto, de ahí que, no vaya a hablar de eso ahora, pero he encontrado hace un tiempo una fórmula de Lacan que dice, es en el penúltimo seminario, creo, no… no es en el momento de concluir, es… en fin, poco importa. Encontraré la referencia exacta. Hay una fórmula de Lacan que me impactó porque es exactamente lo opuesto a una fórmula en la cual, en dado momento, muchos –yo mismo incluso– basaron su enseñanza, la fórmula de Lacan es: « el sujeto, el S1 no representa al sujeto para otro significante ». Encontré eso en el penúltimo seminario de Lacan.
En L’insu que sait de l’une-bévue, s’aile à mourre1. Pienso que está ahí. Les daré en un momento, en la discusión, la referencia exacta. Entonces, lo recuerdo al pasar porque en la transcripción por Miller de ese seminario, no en la edición de Seuil que no existe todavía, sino en Ornicar?, Miller se salta esta fórmula. Y pienso que allí hay un punto esencial de doctrina que cayó en el olvido mediante ese zapping, de esta frase que efectivamente es sorprendente, porque contradice los 30 o 40 años anteriores de la enseñanza de Lacan. Y si tengo tiempo de hacerlo, les explicaré en la discusión, por qué desde mi de punto de vista. Al respecto Miller se confunde totalmente. Entonces, desde ese momento el saber, puesto que no es accesible por el camino de la verdad que sigue el sujeto, el saber no está desde entonces sino en esta cosa que llamamos el síntoma. No está en otra parte. No hay que buscarlo en otro lugar. Y añadamos que es un saber, pero un saber que no se sabe. Dicho de otro modo, no hay cierta reflexividad del síntoma que haría que el síntoma supiera finalmente el saber que él sabe. No, es un saber que no se sabe. Es lo que justamente exige una interpretación donde el sujeto toma un riesgo con relación a ese saber. En tiempo normal, lo que llamo el tiempo normal, es la ausencia de análisis, una definición del tiempo normal finalmente. El síntoma cualquiera que sea, histérico, obsesivo, etc., el síntoma es una zanahoria que se agita en el extremo de una cuerda para hacer avanzar los asnos que somos. Es lo que los psicoanalistas llaman, además con justicia, gozar fálicamente del síntoma, el goce fálico que es adyacente al síntoma. Y eso nos hace marchar, a nosotros los asnos, porque en el síntoma, hay una cara deseo que está oculta. Y es esta cara deseo la que nos hace marchar. El objetivo finalmente de un psicoanálisis, porque he presentado la imagen de esta zanahoria que está al final de un palo y que desesperadamente se intenta atrapar, luego, el objetivo de un psicoanálisis sería comer la zanahoria, llegar a comer la zanahoria. De hecho, eso es lo que ocurre cuando ya no se marcha, es decir cuando uno se separa del goce fálico adyacente al síntoma que en ese momento, es así como yo definiría de forma, si me lo permiten, culinaria o alimentaria el fin de un análisis, prescindimos de ese espejismo, la zanahoria viene ella misma a situase en nuestra boca. Ella sólo esperaba eso. Lo que quiere decir que finalmente es posiblemente por esta razón que Lacan en la última parte de su enseñanza haya reortografiado al síntoma como sinthome. Eso simplemente porque el síntoma es lo que ustedes querían verdaderamente. Ustedes, no saben jamás lo que quieren. El síntoma sabe lo que ustedes quieren. Y entonces al fin de un análisis, la zanahoria viene a ponerse en su boca. Si no les gustan las zanahorias, pueden imaginar otra legumbre.
Lo más sorprendente en todo eso es lo que valida la parte de verdad que el analizante al término de un análisis ha logrado atrapar, es lo que decía Freud finalmente. Uno se encuentra menos angustiado o no angustiado en absoluto, uno se encuentra apaciguado. Freud decía, era algo que Michel Lapeyre decía –sabrán los que conocían a ese querido amigo– es por lo que se trabaja de manera alegre. Dicho de otro modo, y posiblemente ahí vemos una diferencia entre la enseñanza de Lacan y la enseñanza de Freud, es que como ustedes lo saben, Freud propone la triada síntoma – inhibición – angustia, mientras que me parece para Lacan, hay más bien una discontinuidad entre síntoma de un lado y angustia e inhibición del otro. Voy a tratar de decirles rápidamente por qué. Es porque como Lacan lo dice, para el síntoma da esta definición, es la nominación de lo simbólico. Volveré luego sobre la pregunta de la nominación. Y al mismo tiempo, dice que en ese momento, el cuarto círculo, a saber el síntoma, es lo que permit
1 Título intraducible al español del Seminario XXIV.
nombrar el tercero o que permite nombrar uno de los círculos, es decir lo simbólico. De hecho, si al fin de un análisis, suponemos, lo que en mi opinión se verifica, que la inhibición y la angustia desaparecen, eso querría decir que el cuatro aquí comanda el cinco, es decir la inhibición como nominación de lo imaginario y la angustia como nominación de lo real. Dicho de otro modo, en un momento dado de su enseñanza, Lacan dice, estoy llegando a contar hasta seis. Ese es el seis de Lacan. Y se ve bien que en esta serie numérica, el cuatro, es decir el síntoma, comanda lo que pueda ocurrir en el cinco y en el seis. La verdad, la única cosa que se podría decir de ella, es que es un trozo terminado. Hay una definición, en fin no una definición, una frase de Alberto Caeiro, no sé si ustedes lo conocen, es uno de los pseudónimos de Pessoa, quien es bastante formidable pues dice de modo radical, un poco como la fórmula de Goethe de hace un rato: lo que no está terminado no existe. Encuentro que eso nos da cierta idea, en fin nos permite hablar de lo infinito de otro modo. Lo que no ha terminado no existe. Entonces, la verdad por tanto, es un trozo terminado y el acabado de ese trozo, ¿es qué? Por eso intitulé mi exposición ser de filiación, ser de síntoma, es que justamente la verdad es un pedazo terminado cuando ustedes han dado la vuelta a su ser de filiación, simplemente. La cuestión no es muy complicada. Es decir ese trozo terminado, es lo mejor que pueden llegar a saber de más de su ser de filiación, para retomar la imagen del rompecabezas de hace un rato, es decir de su complejo de Edipo. Encuentro que el rechazo de algunos psicoanalistas por el Edipo es de tal herejía que en mi opinión, la frontera pasa por ahí, es decir cuando se rechaza el Edipo, ya no se está en el psicoanálisis. Y no es por ser nostálgico en relación con Freud, es simplemente porque es verdaderamente el corazón de la pregunta del ser de filiación. Pero, evidentemente que no hay sino el ser de filiación. En la práctica del psicoanálisis, lo hice notar esta mañana, finalmente es bastante raro que se vaya de este lado en esta búsqueda de la verdad de los bisabuelos. A veces, puede haber un empuje de entusiasmo hacia los tatarabuelos, pero es más bien raro. Si ustedes numeran las cosas, que dicen, usted es 1, sus padres son 2, los abuelos son 3 y luego el 4, francamente, eso comienza a ser niebla completa, si no ausencia total. Claro, además es algo que practican algunos, puede usted recurrir a un genealogista. Pero ustedes saben bien que no aprenden nada más con un genealogista, en todo caso nada más que sea del orden de la verdad. Será eventualmente del orden del saber informativo, pero nada del orden de la verdad. Les pueden contar por ejemplo, puesto que estamos en Toulouse, que uno de sus ancestros, es Pierre de Fermat. Eso no tendrá consecuencias. Ustedes pueden incluso creer en Dios, es decir en el primer creador. Pero siempre me ha impactado algo que me parece incoherente en la teología, es que cuando ustedes hacen su árbol genealógico, el árbol está cada vez más lleno de ramas que se alejan y que se multiplican a medida que ustedes pasan de una generación a otra. ¿Y cómo ocurre que en un momento dado, este árbol de cierto modo cambia de sentido para tener un punto de origen único? Encuentro que hay una inconsecuencia lógica, en todo caso, en esta idea del monoteísmo. Cuando menos es algo a lo cual, incluso los matemáticos, se han confrontado bajo otros nombres. Porque pienso que los matemáticos son antes que todo grandes teólogos. Por ejemplo Cantor en su historia de Aleph-0 o de Aleph-1 y después él los numeró, todas las consideraciones sobre el infinito, etc., todo el debate que ha tenido lugar en lo corrido del siglo XX sobre el hecho de saber, sobre el hecho de la potencia de lo continuo, es decir si se puede concebir o no una serie numérica en la cual no haya ningún vacío, nadie zanjó el debate. Es que ahí la pregunta de Dios sigue siendo del orden del mito, de la ficción. Después de todo, se puede estar atraído por ficciones que pueden tener efectos felices. Hago observar cuando menos que creer en Dios, es decir creer que en un momento dado, el árbol genealógico se cierre en rombo de algún modo, el famoso rombo de Lacan, la fórmula del fantasma por ejemplo, es plantear que hay una relación de incesto entre todo el mundo, fuente de nada. Tengo un ejemplo clínico auténtico de alguien, a quien su padre le dijo que había hecho una donación anónima de esperma. Y cuando lo supo, se dijo « Ahora, ¿me habré casado con mi hermana? ¿Acaso no me he casado con mi hermana? » Es un incesto generalizado el que se presenta ahí.
Entonces, a partir de allí, a partir de esta primera consideración, voy a plantearles una primera definición del síntoma, justamente para marcar ese paso del ser de filiación al ser de síntoma. El síntoma, es un fenómeno de cuerpo. En tanto que para todos y cada uno, no hay síntoma sino porque hay la incorporación del Otro. Entonces, estamos siempre en un fenómeno de cuerpo. No quiere decir un fenómeno forzosamente biológico. No, pero, es un hecho que hay esta incorporación del Otro que produce nuestro cuerpo pulsional y es a partir de ahí que se puede pensar el síntoma. Este es un problema que es muy complejo, y señalo al pasar que es muy complejo incluso en Lacan, el de la identificación primaria. Y entonces el síntoma emerge una vez que usted ha terminado finalmente con su ser de filiación, a partir del momento en el que hay un punto de defecto que se manifiesta justamente respecto a su ser de filiación. Es decir que a partir del momento en el que el ser de filiación se encuentra frente a un agujero, ahí hay un punto de carencia y es en ese punto de falla que el síntoma emerge. Luego, emerge siempre. Dicho de otro modo, es así que presentaré la cosa, en ese punto, en ese punto de defecto donde el ser de filiación, no podemos ir más allá, lo real del cuerpo, voy a utilizar esta fórmula, lo real del cuerpo piensa y se dice « ¿cómo voy a llegar a hacer saber a este apasionado de lo genealógico que es el analizante, podría decirse, un obsesionado de lo genealógico, que hay otra cosa que papá – mamá? ». Vean que la pregunta del síntoma, está ahí.
Podría detenerme aquí, pero voy a continuar de todas maneras un poco más. No podría ir hasta el final, claro. Uno de los paradigmas de la cosa, es el síntoma histérico. Relean los estudios sobre la histeria que son sin embargo cosas extraordinarias. Tomen el caso de Elizabeth V.R., ustedes se acuerdan de la configuración. La hermana muere, el cuñado se encuentra libre pues está viudo. Él le gusta a la hermana. Ella no quiere saberlo y la consecuencia es que nace un síntoma de conversión. Entonces, como sin duda ustedes lo observan, encuentro que ese síntoma no recae enteramente en lo que acabo de decir del síntoma en tanto se manifiesta en el defecto, en la falta del ser de filiación. Porque lo que se puede decir es que simplemente, si la hermana hubiese pedido en matrimonio al cuñado viudo, no habría habido síntoma. Es decir que de cierto modo ella habría abolido su síntoma, en fin habría impedido manifestarse a su síntoma inscribiéndose en un ser de filiación. Entonces, el ejemplo es interesante al menos desde ese punto de vista. Dicho de otro modo, en mi lugar, es lo que podría decir Elizabeth, el síntoma dice lo que yo no puedo decir y que yo no sé, pero que el síntoma sabe, a saber, al dirigirse a su cuñado: te amo. La pierna que arrastra la pobre Elizabeth, es un mensaje que le dirige a su cuñado, solo que este aparentemente no es del todo capaz de traducir correctamente ese mensaje no obstante perfectamente claro: te amo. Entonces simplemente, se ve claro que en ese sentido, como en el sueño, pues es también una formación de lo inconsciente, el síntoma se sirve del rebús. Después de todo, podríamos imaginar, ustedes quieren traducir, ustedes quieren enviar un mensaje en forma de rebús a alguien que aman. Por qué no dibujarle una pierna que se vea un poco paralizada, en la forma del dibujo. Supongo que ustedes son capaces. Entonces, ahí se tiene verdaderamente el rebús. Simplemente, a diferencia del sueño, el síntoma implica estar despierto. Posiblemente salvo en ese fenómeno un tanto particular sobre el cual Bernadette Etcheverry, creo que está por aquí, había dicho una vez algo muy justo. No sé siquiera si ustedes se acuerdan. Ya no sé lo que dijeron, pero, me impactó. Usted había encontrado una explicación al sonambulismo.
- ETCHEVERRY: Sí, es el equivalente del pasaje al acto. El soñante que es sonámbulo, el sonambulismo, para mí, sería, además les hice la pregunta, el equivalente del pasaje al acto de la vigilia.
- BRUNO: Eso es. Un pasaje al acto del soñante, del que duerme.
- ETCHEVERRY: el que duerme, porque justamente con frecuencia toma el lugar del sueño.
- BRUNO: es muy interesante la pregunta del sonambulismo desde ese punto de vista. Porque es una movilización del cuerpo, para el caso, sin que sobrevenga el despertar. Y a propósito, la diferencia entre el síntoma y el sueño, es que el síntoma está la mayor parte del tiempo, hay síntomas transitorios, pero frecuentemente se inscriben en permanencia. Nos queda un cuartico de hora. ¿Qué voy a decirles? Si continúo a este ritmo, tengo para tres horas.
En el libro Un psicoanálisis: del rebús al residuo, evoqué lo que llamé, es algo que había dicho cuando hacíamos el seminario aquí mismo con Marie-Jean Sauret, la diagonal del síntoma. Encuentro algo justo en lo que me había parecido, que me vino a partir de una articulación de la secuencia clínica concerniente a la pequeña Sandy, caso en el cual una analista llamada Anne- Lise Schnurmann. Esta secuencia clínica fue retomada por Lacan en el seminario IV de la relación de objeto. Y cuando fuimos a ver el texto, fui a ver el texto de Anne-Lise Schnurmann, es interesante porque ella explica bien, de forma muy fáctica, cómo pasó eso al inicio. Cuando Sandy era muy pequeña, de cinco o seis meses, su madre al cambiarla, tenía la costumbre de hacerle cosquillas con sus propios cabellos. Y en ese momento, Sandy estaba muy excitada y tiraba a su madre de sus cabellos. Y unos meses más tarde, ella se pone a tirar los cabellos de los niños y fue reprendida por eso. Este hecho menudo finalmente, finalmente se puede decir que es un síntoma el hecho de… no voy a tirar los cabellos de Fabienne por ejemplo, eso sería un síntoma. No. Es a partir de ese menudo hecho que nos parece logra poner en relación dos elementos bajo forma de diagonal. El hecho de que el sujeto, aquí Sandy, quiere que el Otro, es decir el Otro materno, esté a su disposición, es decir que la madre le haga cosquillas con sus cabellos cuando ella quiera porque la excita, pero evidentemente el problema, es que en un momento dado, eso para, es decir que el sujeto ya no puede hacer que el Otro esté constantemente a su disposición, si intenta renovar el proceso de excitación. Pero, siendo así, el sujeto no quiere sin embargo estar a disposición del Otro materno. Es decir que ella en cierto modo no quiere que su madre le haga cosquillas todo el tiempo, con sus cabellos. Y en esta contradicción entre el sujeto que quiere que el Otro esté a su disposición y el sujeto que no quiere estar a disposición del Otro es que nace el síntoma de tirar los cabellos de los otros. Es decir de ponerse en el lugar del Otro que le hizo cosquillas antes, es decir adquirir el lugar del todo poder del Otro, sin por ello, pues es ella quien tira los cabellos, estar a disposición de ese Otro. Eso me parece desde el punto de vista de la pregunta del síntoma bastante esclarecedor. En suma, el síntoma es un tipo de compromiso, de resolución entre el hecho de que el sujeto quiere que el Otro esté a su disposición, es decir querría gozar del Otro, lo cual es imposible y el hecho de que justamente no quiere ser gozado por el Otro. El síntoma es una formación de compromiso, más bien de resolución, que muestra bien que aquí el síntoma lleva la marca de la castración al tiempo que la rechaza. Creo que no voy a… tengo una idea, pero, no he encontrado el ejemplo. Encontré el ejemplo, pero, no he hallado el ejemplo concreto, pienso en otras cosas que, claro, pero me impactan las camisetas. Ustedes saben, las camisetas donde se marca, no sé qué precisamente, no llego a encontrar… No sé, podría ser « Soy libre ». Si ustedes ven eso en la camiseta de una mujer, soy libre, un hombre podría tomar el riesgo de precipitarse. Pero sería un malentendido pues, en mi opinión, en nueve de diez casos, recibiría una bofetada. En mi opinión, tenemos ahí la esencia del síntoma en esta inscripción sobre la camiseta. Si tienen un poco más de cultura que yo sobre esta cuestión, verán que a pesar de eso hay inscripciones sobre la camiseta que valen su peso en oro y que son absolutamente del orden de la diagonal del síntoma, es decir el sujeto quiere que el Otro esté a su disposición, es decir si yo soy libre, el Otro debe venir, pero, no quiere estar a disposición del Otro. Es decir si el Otro viene, una bofetada. Creo que eso ilustra perfectamente lo que es el síntoma.
Antes de terminar, voy a decir de paso algo que pienso hoy hemos adquirido, pero merece que lo subrayemos siempre, es que la castración y la división del sujeto, no tienen nada que ver. En el acto analítico Lacan hizo un esquema –pueden remitirse a él– que muestra bien que la castración ya está ahí siempre, se puede decir al inicio. Es decir que siempre hay la falta simbólica de un objeto imaginario por acción de un agente real. Simplemente, es lo que les dije esta mañana, cuando la metáfora paterna no opera, la significación fálica no se produce. Pero que la significación fálica no se produzca, es lo que vimos juntos, Fabienne Guillen y yo, en nuestro librito común, eso no quiere decir que no haya habido castración. La prueba es que cuando Schreber es confrontado a la cuestión de un padre en el momento de su nominación a la cabeza de un tribunal, hubo un desencadenamiento o un re-desencadenamiento de su psicosis. Y el « un padre», es el padre real. Es decir, él está confrontado al agente, al padre real en tanto agente de la castración. Si no hubiera sido tomado ya en la problemática de la castración, si me atrevo a decir, no habría reaccionado. Es porque ya está en la castración, que la confrontación con un padre desata su delirio. Esta es una primera cosa. Respecto a la división, por cierto es lo que Freud aborda en su penúltimo artículo sobre el clivaje del sujeto, verdaderamente es la división, lo dije al principio, entre el sujeto y el saber. No hay conciliación posible. A propósito, para seguir abrevando de algún modo en torno a esas preguntas, vemos que habla con frecuencia de una ética del psicoanálisis. Improviso un poco. Una ética del psicoanálisis. Creo que nos equivocamos al hablar de una ética del psicoanálisis porque no hay sino una. Entre el seminario VII La ética del psicoanálisis y el seminario VIII La transferencia, hay una ruptura sobre la pregunta de la ética. Es decir que desde mi punto de vista, Antígona, la que no cede en su deseo, no es en absoluto el paradigma de la ética del psicoanálisis para Lacan a partir de la transferencia. Y no es por azar que sea a partir de la transferencia.
Porque en la transferencia, el paradigma de la ética ya no es Antígona, la que no cede jamás en su deseo, es más bien Sygne, la que después de haber cedido en su deseo, en el tiempo, en el momento de concluir, ya no cede en su deseo. Es decir que pienso que no hay ética, cuando para un sujeto no hay la experiencia de haber cedido en su deseo en un momento dado. A propósito, me pregunto si puede haber deseo allí, si en un momento dado, no se ha cedido en el deseo. Para decirlo de forma todavía más frontal. Vemos la ética del psicoanálisis desde ese punto de vista. Es lo que hace completamente caduca la definición que da Lacan en la primera parte de su enseñanza sobre el fin de un análisis como asunción de la castración. Porque asumir la castración, quiero decir, para forzar un poco la cosa, todo el mundo asume su castración.
Participante: E incluso le gusta, decía Lacan.
- BRUNO: Lo adora. Lo idolatra incluso. Para una histérica, es su definición: ella idolatra su castración. Lo que quiere decir, cuando piensa que asumir la castración es el fin de un psicoanálisis, quiere decir que se piensa, es lo que piensa todavía cierto número de psicoanalistas que está del lado de la psicoterapia, es que se piensa aún como San Pablo, es decir que se piensa que hay una conciliación posible entre la ley y el deseo. Sométase usted a la ley y en ese momento, usted ya no tendrá problema con su deseo. Me excuso, pero es olvidar que existe el superyó y que entre más busca usted someterse a la ley, más estará usted mal con su deseo. Es decir que hay una no-conciliación radical entre la ley y el deseo y por esta razón es que tenemos que hacer elecciones éticas. Si no sería fácil. Bastaría vestir un uniforme, ya sea de colegial, de militar, o de académico. Pero, no es eso lo que va a resolver las elecciones éticas. Se me va acabando el tiempo. Una última frase al menos que me habría gustado desarrollar, pero, no importa. Encantado la plantearé como pregunta, la voy a responder directamente. Posiblemente eso iniciará el debate, es que según mi idea, Lacan critica a Freud sobre un punto y uno solo. Es que para Freud, el padre de Tótem y tabú es el padre del goce y para Lacan, lo encontramos de forma muy clara en el famoso seminario interrumpido que es contemporáneo de la excomunión de Lacan, el padre en cuestión no es el padre del goce, es el padre del deseo. Por eso surge esta fórmula, que en un primer abordaje puede parecer sorprendente, es una cita de Lacan en el seminario interrumpido Los nombres del Padre de 1963: « no hay causa sino después de que emerge el deseo ». Dicho de otro modo, no hay la causa del deseo, y después del deseo qué, está el deseo primero, que es sin causa y es desde allí que retroactivamente se puede hablar de la causa del deseo. Pero, el deseo es el primer paso en la relación con lo que sería su causa. No hay causa sino después del surgir del deseo. Ese es el primer punto de la pregunta. Y, en mi opinión, ¿por qué Lacan sostiene esta posición no-freudiana, contraria a la position de Freud? Por razones que va a desarrollar, a conceptuar y a explicitar más tarde cuando vuelva en R.S.I. a la pregunta por el Nombre del Padre, porque pienso que ahí también a pesar de todo él vuelve a visitar la metáfora paterna. Habría que tratar de ver de qué forma la revisita y qué da eso como resultado. Él dice esto, cito a Lacan el 15 de abril de 1975: « El complejo de Edipo, no es tan complejo. Lo llamo el Nombre del Padre, lo que no quiere decir nada más que el Padre como nombre, lo que en principio no quiere decir nada, no solo el Padre como nombre, sino el Padre como lo que nombra. » Y entonces a partir de ahí, toda la cuestión del Padre va a ser retomada ya no a partir del Padre en tanto tiene un nombre, sino la cuestión del Padre en tanto que él nombra. Y toda la última parte de la enseñanza de Lacan, a mi entender, es incomprensible, incluso en esas cosas un poco raras que él dice en La topología y el tiempo, si no se ha captado ese giro decisivo que tiene también, claro está, consecuencias sobre la cuestión del síntoma. Voy a detenerme ahí, de ese modo me obedezco a mí mismo. Me apolinizo2.